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¿Podría ser el estrés y una mala respiración la causa de tu dolor de espalda?. Los profesionales del Centre Tars de Palafrugell analizan en profundidad esta dolencia:

Estrés y dolor de espalda

El estrés se define como aquella “tensión provocada por situaciones agobiantes y que origina reacciones psicosomáticas”. Multitud de estudios médicos certifican que esta situación emocional es la causante de gran variedad de problemas de salud en las personas.  Entre ellas, y a nivel de porcentaje, hay una que destaca por encima de las otras en los pacientes que acuden a un centro de fisioterapia: el dolor de espalda.

Un cierto nivel de estrés, puntual, en dosis moderadas y de una corta duración, no tiene porqué ser sinónimo de patología. Incluso, en determinados casos, puede ser considerado como positivo ante situaciones en las que el organismo necesita adaptarse a un entorno que precise de un cierto estímulo.

El problema viene dado en el momento en que este estrés se mantiene en el tiempo y se instaura como una “normalidad”. Ante este hecho, el organismo de la persona se va a ver obligado a realizar toda una serie de medidas de adaptación que, a la larga, pueden derivar en disfunciones orgánicas o, incluso, en patología.

Hay multitud de situaciones del día a día que condicionan nuestra psique y que facilitan la instauración de un cuadro de estrés: situaciones laborales, familiares, económicas, de relación social, etc. La presencia de alguna de ellas sumada a otros factores tales como un mal descanso, insuficientes horas de sueño o aspectos biomecánicos comportará una predisposición a un estado patológico de diferentes sistemas del organismo y, cómo no, puede ser la causa de la aparición del dolor de espalda.

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Estrés, respiración y dolor de espalda

La respiración

Una respiración sin trabas es indispensable para el bienestar global del ser humano. Sus  beneficios son múltiples y actuarán a la vez sobre el cuerpo y la mente. 

Sin embargo, ante una situación de estrés continuado, una de las primeras cosas que se ven alteradas es el patrón respiratorio, ya que tanto el ritmo como la frecuencia respiratoria sufren modificaciones y perturban el equilibrio de los músculos implicados en el gesto respiratorio.

De las adaptaciones que se producen en esta situación derivará una disfunción mecánica del músculo inspirador principal: el diafragma. En consecuencia, y una vez que el diafragma ha visto comprometida su función más importante (coger aire), la persona solicita un mayor trabajo de los músculos inspiradores accesorios, especialmente los escalenos y los esternocleidooccipitomastoideos, y su postura deriva en una anteriorización de la cabeza. Es decir, la cabeza no está alineada sobre el tronco sinó que se encuentra desplazada hacia adelante.

La consecuencia a esta mala posición cefálica es una predisposición a la aparición de reiterados espasmos musculares con posteriores molestias y dolor cervical, asociados, en determinadas ocasiones, a sensación de angustia.

Diafragma y columna lumbar

Un capítulo aparte merecen las relaciones anatómicofuncionales que se establecen entre el diafragma (fuertemente ligado a la estática vertebral) y la columna lumbar. El hecho de que el principal músculo inspirador, tenga inserciones en la cara anterior de los cuerpos vertebrales lumbares, mediante los llamados “pilares de diafragma”, provoca que una excesiva tensión derive en un aumento de la curva lumbar. Esta modificación en la forma de la parte baja de la columna, que se traduce con el término de “hiperlordosis lumbar”, repercute en el resto de los cuerpos vertebrales, que pretenden una adaptación al cambio para mantener un correcto equilibrio de fuerzas.

Emociones y espalda

Conociendo, tal y como se ha explicado anteriormente, que el estrés y las emociones influyen en el estado del diafragma y en su comportamiento a nivel funcional, se entiende el porqué debe hacerse énfasis en la manera en qué las emociones y los sentimientos pueden condicionar el estado de nuestra espalda, tanto a nivel estructural, como funcional. Pasar por un duelo, una separación, una situación de ansiedad por dificultades económicas o un episodio de angustia derivado por problemas personales, por ejemplo, puede dejar huella en forma de una alteración postural, contracturas musculares, bloqueos vertebrales o una restricción de movimiento. En definitiva, los condicionantes emocionales negativos pueden llevar a la persona a una somatización en forma de disfunciones y/o desajustes estructurales que, en última instancia, hacen que acabe presentando dolor de espalda.

¿les suena esa sensación de “tener un nudo en el estómago? Pues sería el primer aviso.

Todos estos argumentos explican que en el momento de abordar a un paciente con dolor de espalda  deba tenerse en cuenta una visión global de la persona, percibiendo esta visión global desde la perspectiva de una gran cantidad de aspectos que no se limitan única y exclusivamente a la valoración de los elementos osteoarticulares.

Por este motivo, en el Centro de Fisioterapia TARS, y durante la anamnesis, la exploración y la valoración global del paciente, tenemos en cuenta que deben atenderse también todos los elementos psicosociales que lo rodean, uno de ellos el estrés, ya que no tratamos a un dolor de espalda, si no que tratamos a una persona con dolor de espalda…y una persona es mucho más que la suma de un conjunto de huesos, músculos, ligamentos y tendones.